Ruptura de la tregua por parte de ETA
Esta semana se ha producido una noticia que casi nadie deseaba, que es la ruptura de la tregua que había sido declarada por la banda terrorista ETA. Es sin duda una mala noticia, muchas personas tendrán, a partir de este momento, que aumentar sus medidas de seguridad, suponiendo para ellas una pérdida de libertad.
A lo largo de la historia de esta banda terrorista ha declarado varias treguas. Las declara cuando quiere y lo hace saber a la opinión pública, mediante comunicados emitidos por los medios de comunicación afines con sus ideas. En estos comunicados exponen los términos de su alto el fuego, animando al Gobierno a que por su parte adopte una serie de medidas que faciliten el acuerdo.
La experiencia dice que son treguas trampas, utilizadas por los terroristas para rearmarse, consolidar comandos en determinados lugares, conseguir fondos, en definitiva ganar tiempo para continuar con lo que ellos llaman “lucha armada”. En este caso concreto, para no ser menos, se trataba de una tregua trampa. El Gobierno, obligado a buscar lo mejor para sus ciudadanos, ha intentado, como ya lo hicieron los anteriores, llegar a un acuerdo con los terroristas, pero sin conseguirlo.
Las expectativas levantadas por esta última tregua parecían mayores que las de otras ocasiones, o al menos eso se nos intentaba transmitir. También es cierto que la oposición denunciaba constantemente que se trataba de una tregua trampa, no fiándose de los terroristas, llegando incluso a negar su apoyo a la negociación.
El resultado ha dado la razón en este caso a la oposición, ya que los terroristas, al igual que otras ocasiones, hacen solicitudes de cosas que con la legalidad vigente no se pueden conceder, siendo inútil continuar con la negociación. Unos de los reproches realizados por la oposición es que los terroristas han manejado al Gobierno a su antojo.
Independientemente de las luchas políticas por este hecho, es evidente que los terroristas limitan la libertad de muchas personas, las cuales no pueden salir a la calle sin que les acompañen sus escoltas, mirando constantemente para atrás. Supone, asimismo, que toda la sociedad tenga una cierta intranquilidad, pensando que en cualquier momento pueda explotar una bomba y cause desgracias. Desgraciadamente en España tenemos una gran experiencia en este campo.
A lo largo de la historia de esta banda terrorista ha declarado varias treguas. Las declara cuando quiere y lo hace saber a la opinión pública, mediante comunicados emitidos por los medios de comunicación afines con sus ideas. En estos comunicados exponen los términos de su alto el fuego, animando al Gobierno a que por su parte adopte una serie de medidas que faciliten el acuerdo.
La experiencia dice que son treguas trampas, utilizadas por los terroristas para rearmarse, consolidar comandos en determinados lugares, conseguir fondos, en definitiva ganar tiempo para continuar con lo que ellos llaman “lucha armada”. En este caso concreto, para no ser menos, se trataba de una tregua trampa. El Gobierno, obligado a buscar lo mejor para sus ciudadanos, ha intentado, como ya lo hicieron los anteriores, llegar a un acuerdo con los terroristas, pero sin conseguirlo.
Las expectativas levantadas por esta última tregua parecían mayores que las de otras ocasiones, o al menos eso se nos intentaba transmitir. También es cierto que la oposición denunciaba constantemente que se trataba de una tregua trampa, no fiándose de los terroristas, llegando incluso a negar su apoyo a la negociación.
El resultado ha dado la razón en este caso a la oposición, ya que los terroristas, al igual que otras ocasiones, hacen solicitudes de cosas que con la legalidad vigente no se pueden conceder, siendo inútil continuar con la negociación. Unos de los reproches realizados por la oposición es que los terroristas han manejado al Gobierno a su antojo.
Independientemente de las luchas políticas por este hecho, es evidente que los terroristas limitan la libertad de muchas personas, las cuales no pueden salir a la calle sin que les acompañen sus escoltas, mirando constantemente para atrás. Supone, asimismo, que toda la sociedad tenga una cierta intranquilidad, pensando que en cualquier momento pueda explotar una bomba y cause desgracias. Desgraciadamente en España tenemos una gran experiencia en este campo.
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